EDITORIAL

Perspectivas electorales y retrospectiva: reflexiones en torno de la experiencia de 2009

Por Santiago Rossi y Ramiro Conte Grand
Arena Pública Consultores

Los resultados de las PASO fueron un duro golpe para el Gobierno Nacional. Nadie esperaba esos guarismos: ni el oficialismo, ni la oposición y mucho menos aquellos encuestadores que visitaban los estudios de TV. El mismo domingo, desde las filas del Frente de Todos –boca de urna mediante- sostenían que “ganaban la provincia de Buenos Aires por siete puntos”. Desde Juntos coincidían en ese análisis, pero “decían que la diferencia era de sólo tres”.

En la madrugada del lunes, en algunos grupos de la oposición y algunos medios de comunicación hubo un cierto ánimo triunfalista: “paliza, tsunami, mazazo, un terremoto político sacude al Gobierno”, fueron los calificativos que utilizaron para definir las PASO. Es por eso que nos parece importante situar estas Primarias en perspectiva histórica. Y más precisamente, contextualizarlas con la experiencia de las elecciones de 2009 y 2019.
Por un lado, desde el punto de vista electoral, debemos señalar que las PASO son una primera instancia y no traducen votos en cargos. Bien utilizadas, sirven para ordenar listas que sí realizan internas. Pero en la Argentina se las ha presentado “como una gran encuesta nacional”.

En definitiva, sabemos cómo quedó “la pole position” aunque las urnas estén vacías y haya que volver a llenarlas. Es sabido que el FdT tiene algunas herramientas para pelear la elección en estos dos meses volcando mayores recursos económicos al consumo –“maquinita mediante”- y un mayor involucramiento de los intendentes en el conurbano bonaerense. Que en muchos distritos obtuvieron en las listas locales para concejos municipales hasta siete puntos porcentuales más que la que llevaba a Tolosa Paz y Daniel Gollán como candidatos a Diputados Nacionales.

Además, hay que tener en cuenta que en la provincia de Buenos Aires hay un 10% que votó por partidos que no pasaron el umbral del 1.5% y deberá optar por otras opciones en noviembre. Y aunque el caudal de votantes fue alto considerando el contexto pandémico, estas PASO tuvieron una participación cercana al 68%, cuando el piso mínimo había sido el 72% en las primarias del 2017. Por último, no hay que descartar que pueda aparecer un voto antimacrista que no se haya cristalizado pensando que el FdT ganaba las elecciones.

No estamos afirmando que el Gobierno Nacional revertirá los resultados, sólo decimos que hay que tomarlos con prudencia. En las PASO de 2019, la lista que llevaba a Alberto Fernández como candidato a presidente obtuvo 16 puntos más que la de Mauricio Macri (48 a 32%), distancia que se acortó considerablemente en las generales (48 a 40%).

Por su parte, desde el punto de vista operativo, es decir, del ejercicio del Gobierno en sí, es claro que el oficialismo tomará nota de que sólo mantuvo el “núcleo duro” de votantes y perdió a los sectores moderados que lo habían acompañado en 2019. ¿Cómo interpretará el Gobierno los cambios que necesita hacer para aumentar su caudal electoral? ¿Haciendo más de lo que sus adversarios y parte de la sociedad le critica?

Si en las elecciones generales se repitieran los resultados de las PASO, el oficialismo puede perder la mayoría en el Senado, donde igualmente mantendrá una minoría consistente con posibilidades de negociar proyectos con Gobernadores y aliados para sancionar lo que “quepa el sayo”. Un escenario parecido se daría en la Cámara de Diputados. Sin Quórum propio pero cerca de conseguirlo.

Y es aquí donde entra en recuerdo el 2009 donde el kirchnerismo -con Néstor Kirchner en la lista de la Provincia de Buenos Aires- perdió las elecciones de medio término pero utilizó los meses que quedaban hasta el recambio de la Cámara para sancionar los proyectos que necesitaba para luego ir a un 2010 donde bloqueó la actividad parlamentaria. ¿Puede darse un escenario parecido con el oficialismo votando ahora todo lo que necesite para gobernar en 2022 y luego “mandando al freezer” al Congreso?.

En esta línea, hay varias leyes cuya sanción serían de sumo interés para el oficialismo, entre ellas, el Presupuesto 2022 y la de reforma del proceso de selección del Procurador de la Nación (con media sanción en el Senado y futuro incierto en Diputados). Además, hay otros proyectos que esperan su sanción: etiquetado Frontal de Alimentos, prórroga del Régimen de Blanqueo para la Construcción y las de promoción del Cannabis, la Industria Automotriz y la petrolera.

Perspectivas electores sin olvidar de mirar el espejo retrovisor del auto que nos llevará al 14 de noviembre, en definitiva y como dicen: “esa es la que vale”.